Entrevista | Marlén López, Arquitecta, publica "Edificios como árboles, ciudades como bosques"
"La tecnología nos ha sobrepasado; debe ser un medio, no un fin en sí misma"
"No me iría ahora mismo a vivir a una ciudad", sostiene Marlén López, que habla de la naturaleza como "gran referente" para el diseño en su nuevo libro

Marlén López, en pleno parque natural de Redes, con su libro.

Ni la mejor ciudad del mundo, ajustada a sus gustos y exigencias, haría a Marlén López dejar ahora la casa de sus abuelos en Ladines (Sobrescobio), donde vive en plena Naturaleza con su marido y donde ambos fundaron en 2020 el Laboratorio Biomimético, en el que imparten formación y organizan actividades divulgativas sobre el desarrollo de nuevos materiales con residuos naturales biodegradables y soluciones técnicas inspiradas en el diseño natural. López es arquitecta biodigital y acaba de publicar "Edificios como árboles, ciudades como bosques" (Editorial Almuzara), que se presenta el 25 de abril en Gijón (Librería La Buena Letra, 20 horas).
-Lo primero, ¿puede explicar eso de arquitecta biodigital?
-En 2009, hice un máster de arquitectura biodigital, es decir, me centro en la naturaleza y uso la tecnología para plasmar los proyectos. Soy arquitecta, en 2017 leí la tesis en la Universidad de Oviedo sobre una metodología de cómo los arquitectos, ingenieros, diseñadores, nos podemos fijar en la Naturaleza. Hice una analogía entre los edificios y las plantas, que están parados en un sitio, sin poder echar a correr. Comparé cómo se adaptan las plantas a los diferentes climas y cómo son capaces de resistir y de sacar el mejor aprovechamiento de cada circunstancia. Los edificios no hacen eso, no dialogan con el entorno Para lograrlo recurrimos a sistemas energéticos de aire acondicionado, calefacción, ventilación.
-Y eso implica...
-Un alto coste energético, una contaminación al entorno. Vivimos en edificios estáticos, muchas veces que son incluso dañinos para la salud. Y creo que los diseñadores deberían fijarse en la Naturaleza para ser más sostenibles, más circulares, más regenerativos...
-Su libro trata de eso.
-Pensemos, por ejemplo, en cómo un árbol puede resistir a condiciones de viento, ya que se inclina y no se cae. En cómo es tan fuerte y tan robusto. Miremos su diseño y extraigamos ideas para hacer edificios que sean más resistentes a los terremotos, que gasten menos material a la hora de fabricarse, con sistemas más inteligentes que no dependan tanto de la mano de obra humana, que se pueda automatizar más todo.
-¿El título del libro es una declaración de intenciones o más bien un deseo?
-Lo primero. Cuento muchísimos ejemplos que ya se están haciendo. Al final de cada capítulo planteo unas situaciones hipotéticas sobre maneras de diseñar las urbes del futuro, y muchos ejemplos de que esto no es una utopía, de que ya se están haciendo cosas. El futuro desde luego pasa por fijarnos más en la naturaleza. La sostenibilidad no es solo algo de eficiencia energética o de materiales, hay muchos niveles: comunicación, economía, sociedad... La naturaleza es el gran referente.
-¿Le hemos dado la espalda?
-Siempre digo que la Naturaleza está en todos los sitios, en una ciudad puedes encontrar liquen en una piedra. En la pandemia vimos cómo se abrió camino en entornos urbanos. Pensamos que solo es, por ejemplo, venir aquí, donde yo vivo, a una reserva de la biosfera. Pero está en cada rincón. En las ciudades, muchas veces está como demasiado encorsetada, demasiado controlada por nosotros.
-¿La ninguneamos o la vemos más débil de lo que en realidad es?
-Sucede cada vez que pasa una catástrofe natural, inundaciones, incendios... Son como un golpe de realidad, de humildad y de colocarnos en nuestro sitio. Todo derivado de una situación que nosotros hemos provocado. Pensamos que es infinita, pero no; el planeta tiene unos recursos limitados y nosotros consumimos más rápido de lo que la Naturaleza puede regenerar. Se dice que estamos a punto de sobrepasar los nueve límites planetarios.
-Pero el hombre forma parte de la Naturaleza, ¿no?
-Sí, pero la vemos aparte. Ese es un error de base muy importante, tenemos que vernos como parte del ciclo, uno más. Hay que volver a reconectar desde el asombro y desde la admiración a los ecosistemas y entender que somos parte de ellos, que formamos parte de ese todo y que al final hay que colaborar. Y no sentirnos como que somos algo superior, ajeno y que podemos con todo, porque no es así.
-El espejo donde mirarse para lograr esas ciudades como bosques, edificios como árboles es ...
-Más que una fórmula general, hablo de casos concretos. Imagínate: para solucionar problemas de atascos en las ciudades, de tráfico, pues deberíamos fijarnos cómo son los recorridos que hacen ciertos insectos como las hormigas, por ejemplo, que no se chocan, cómo se comunican, cómo lo gestionan. Ya se investiga para hacer gestión de tráfico en aeropuertos fijándose en esos sistemas. En Japón, por ejemplo, estudiaron cómo funcionaba un hongo para reproducirse y para dispersarse en busca de la comida. Y compararon ese trazado con el diseño del ferrocarril de Tokio. Al final el hongo era más eficiente en cuanto a los recorridos, distancias y tiempos que el ferrocarril. Sobre inundaciones ya se habla de conceptos como ciudad esponja, cómo podríamos fijarnos en humedales, en lugares con exceso de agua en ciertas época y cómo lo gestionan, para aplicarlo y evitar daños catastróficos como pudimos ver este año con la dana.
-¿A qué ciudad se iría a vivir?
-No me iría ahora mismo a vivir a ninguna ciudad. La ciudad está bien para un rato.
-Pero si no tiene opción a negarse...
-Una que piense en las personas, la tecnología al servicio de las personas, para mejorar su calidad de vida, con espacios donde se pueda disfrutar del aire libre, libre de contaminación, no sólo de partículas, sino libre de ruido... Una que no prime el tráfico, sino la gente, que haya servicios comunitarios, economía más social, en la que se apueste más por la innovación social.
-¿Existe?
-Habrá que crearla entre todos. O mejorar las que ya hay. A ver, que yo tampoco soy catastrofista ni negativa, pero yo creo que se pueden hacer muchas cosas. Todo viene de una herencia de los años 70, cuando el boom tecnológico, que parecía que la tecnología nos iba a salvar de todos los males. Ahora nos estamos dando cuenta de cómo la tecnología nos ha sobre pasado. Ésta tiene que ser un medio, un recurso, para alcanzar un fin. No el fin en sí mismo. Lo principal son las personas. Y en la ciudad lo principal es la calidad de vida de las personas. Y para eso hay muchas maneras de abordarlo. Hay que fijarse en la Naturaleza.
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